Las consecuencias de trabajar de pie de forma continuada

Para muchas personas, sufrir contracturas, dolores de espalda, problemas venosos y molestias en las rodillas se ha convertido en algo habitual. Se trata de trastornos que se pueden atribuir a pasar demasiado tiempo de pie en el trabajo.



Trabajar exclusivamente de pie no es natural para las personas



En el comercio, en la cadena de producción, en la hostelería o en la peluquería, más de la mitad de todos los empleados de Alemania desempeñan su trabajo a diario pasando varias horas de pie. Aunque el ser humano es perfectamente capaz de pasar varias horas de pie, la evolución no lo diseñó para estar constantemente en posición erguida, sino para alternar entre estar tumbado, sentado, de pie, andando y todas las demás posturas intermedias. Permanecer mucho tiempo en una postura sobrecarga el cuerpo de forma poco natural y unilateralmente, lo cual puede derivar en problemas de salud.

Cada día deben bombearse alrededor de 7200 litros de sangre desde las venas de las piernas hasta el corazón. La musculatura de la pantorrilla y de la tibia funciona como bomba muscular durante el movimiento, contribuyendo así al retorno de la sangre al corazón. Si se trabaja de pie de forma prolongada y sin cambiar de postura, las paredes de los vasos sanguíneos y las válvulas venosas sufren a menudo una sobrecarga tal que pueden producirse trastornos venosos. Al estar de pie, los músculos y las articulaciones se ponen rígidos y soportan junto con el esqueleto todo nuestro peso. Los tendones y los ligamentos de los músculos, por su parte, ayudan a mantener el equilibrio del cuerpo de forma constante.



Las consecuencias para la salud de trabajar de pie



Si una persona permanece de pie mucho tiempo en un sitio, fluye menos sangre y, por lo tanto, también menos oxígeno a través de los músculos, lo cual puede dar lugar a contracturas dolorosas y calambres, e incluso agujetas. Pero no solo los músculos, sino también las cápsulas articulares, se vuelven frágiles y más propensos al desgaste debido al menor flujo de líquido articular. También los discos intervertebrales sufren cuando se trabaja de pie de forma prolongada. Dado que carecen de riego sanguíneo propio, los discos deben obtener los nutrientes del tejido circundante. Para que este intercambio de nutrientes pueda producirse, el disco debe cargarse y descargarse regularmente para poder absorber los nutrientes como si fuera una esponja y para poder expulsar líquido durante la carga.



Sentado, de pie, andando y tumbado: la clave está en la combinación



Por lo tanto, el cambio de postura entre estar sentado, de pie, andando y tumbado mantiene la columna elástica y en movimiento, e impide que se produzcan trastornos de las funciones nerviosas, lumbago o incluso una hernia discal. Si observamos un pie sano desde el lateral, vemos un arco flexible que amortigua nuestro peso elásticamente cuando caminamos. Cuando estamos de pie, nuestro peso no descansa sobre toda la superficie del pie, sino que se distribuye según nuestro arco entre el talón y la parte anterior del pie. Este arco es tensado en la parte inferior del pie mediante músculos, tendones y ligamentos que, a su vez, requieren movimiento para no volverse flácidos, acortarse o desgastarse. Si se pierde la amortiguación de los pies, cada paso se convierte en una tortura y también las rodillas, las caderas y la columna sufren y resultan dañadas gravemente.

Es evidente que el ser humano debe moverse para que el organismo esté en armonía y se puedan prevenir las enfermedades cardiovasculares y los trastornos musculoesqueléticos. La clave de nuestra salud reside en cambiar continuamente de postura: el movimiento en combinación con estar sentado, de pie y tumbado. Sin embargo, no son muchos los puestos de trabajo de pie que ofrecen la posibilidad de una carga «flexible», por lo que los apoyos para permanecer de pie pueden ser una opción para descargar el cuerpo durante este tipo de trabajo.

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